12 may 2014

Marcelo Ortiz "Desde Villa Bosch para el mundo"



Marcelo Ortiz es un escultor que ha sabido llevar su formación catedrática en arquitectura a su obra diaria. Creador de figuras que a simple vista llaman la atención por sus detalles y su gran trabajo sobre metal. Las mismas dicen presente en colecciones de distintos países del mundo.

 
¿Cómo nació tu inclinación artística?

Supongo que por influencia de mi viejo, porque el dibuja, canta, toca la guitarra y yo siempre me sentí muy identificado, con todo lo que él hace. Durante mucho tiempo toque el bajo en una banda, hasta el 2001 hice música electrónica. La música siempre tuvo un papel importante en mi vida, aunque ya no toque, sigue estando presente en mí.

¿Y la escultura?

Yo termine la secundaria en el Pio XII, en esa época, no estaba muy seguro de que quería hacer y no tenía quien me oriente, entonces decidí hacer una carrera en donde pudiera desarrollar la creatividad y se me ocurrió hacer el CBC de Arquitectura. Me toco una cátedra que tenía mucho que ver con la expresión, el primer cuatrimestre me fue muy bien y para el segundo, debíamos desarrollar una idea del arquitecto Gastón Veira, que consistía en transformar un serie de objetos y luego volverlos a su estado original mediante un mecanismo lógico. Es en ese momento cuando comenzó definitivamente mi vocación por el dibujo, lo de la escultura fue posterior. Un día llego a la cátedra y me doy cuenta que me faltaba mi carpeta, creí que me la habían robado, preocupado comencé a buscarla, en ese momento, me avisan que había una reunión en el subsuelo. Al llegar encuentro a mis dibujos pegados en un pizarrón, fue toda una sorpresa, los profesores habían considerado que mis trabajos eran los únicos encaminados para el lado que ellos pretendían, por lo que me hicieron explicar mis proyectos a más de cincuenta personas. Me sentí muy raro y a la vez muy contento porque mi profesor, los había considerado y decidió exponerlos. Había armado todo con una hoja canson, carbones de motor y electrodos, el objeto se armaba abriendo y cerrando la hoja, no había gastado casi nada, mis compañeros que invirtieron más dinero, no lograron completar la idea. Al terminar la reunión me pidieron la carpeta para presentarla junto a los mejores trabajos. Pero abandoné, no me sentía cómodo con las otras materias que eran muy técnicas, por lo que hice dos años más y dejé la carrera.

¿Qué edad tenías cuando decidiste el cambio?

Tenía 21 años, fue cuando me puse a dibujar, hice como 40 o 50 dibujos en forma espontánea, mientras tanto trabajaba en empresas que no tenían nada que ver con el arte. Cierto día, me entero de la existencia de Julián Agosta, (reconocido escultor ya fallecido) aquí, en Villa Bosch, lo fui a ver para mostrarle mis dibujos, quería conocer su opinión, él estaba dando clases, me gusto ese ambiente, me sentí identificado. Julián me recomendó a un profesor de pintura en San Telmo, pero era un proceso lento aprender a pintar, no me conformaba demasiado, me aburría, todos me decían que me convenía pulirme en el taller y descubrir poco a poco lo que había dentro mió, que tenía que ensuciarme y después decidir. Estuve un año y medio en San Telmo, hasta que decidí volver a lo de Agosta, estaba confundido, no sabía por dónde empezar. Julián me aclaró que con él, solo iba a hacer esculturas y decidí probar. En el 2002 y 2003 me apadrinó para presentar mis trabajos en el Nacional, era un trabajo en yeso. Quedaron obras mías en ese salón y también en el Belgrano, ambos son lugares de exposición, en donde se hacen concursos de todas las artes plásticas, poder exponer allí, es como un premió, además el estado te estimula con dinero. A partir de ese momento no paré de exponer, me presenté en un concurso que organizaba la academia de Bellas Artes, para escultores menores de 30 años de todo el país, llevé mi curriculum y un CD con fotos de mis obras y quede preseleccionado para exponer, En el mismo momento gané un premio en el Teatro Argentino de La Plata, por una serie abstracta de mariposas, un problema en la ruta me demoró y llegué tarde, sin embargo al día siguiente me confirmaron como ganador del certamen, ese hecho fue un hito en mi carrera, porque descubrí que había encontrado mi camino, fueron premios que me ayudaron a montar mi propio taller. Aún así nunca abandoné a Julián con quien estuve casi 9 años, hasta el día anterior a su muerte.

¿Cómo siguió tu carrera después de la muerte de Agosta?
En ese momento me separé del grupo, se había ido mi mentor y un poco de mi historia, era muy buena persona, me abrió las puertas de muchos lugares, había llegado el momento de hacerlo solo. Si bien yo no estudie en la Academia tuve la suerte de vincularme con gente que estaba en el tema, pude compartir charlas, pensamientos y me fui alimentando con todo eso. Seguí trabajando con otros escultores, mientras tanto, me dedicaba a mi negocio de gastronomía, hasta que tome conciencia de que podía vivir de las esculturas y me dedique a pleno. Conocí a una mujer que reconoció mi vocación y me vinculó con otros escultores, para los que empecé a trabajar. Fui ayudante durante cuatro años de Bastón Díaz, que es quien maneja la parte de esculturas, en la Academia de Bellas Artes. Mi trabajo consistía en elaborar su obra en mi taller, sucede que el artista crea una idea, hace un plano y lo da a trabajar a un tercero, yo soy uno de ellos. Fue así como otros escultores también me contactaron para que los ayude, gente muy reconocida, ganadora de muchos premios. En una oportunidad se contacto conmigo la hija de Julián Altabe, un escultor que desarrolló una idea utilizando la matemática, con un ojo se veía de una forma y con el otro de otra, había en juego mucho dinero. Yo siempre había trabajado con hierro y este trabajo había que hacerlo en acero inoxidable, tuve que aprender a trabajar este material, pero al final salió. Ya hace cuatro años que puedo vivir de la venta de mis propias obras. Empecé sentándome en Km11 con varias esculturas, para ofrecerlas a la gente del barrio, vendí muy bien, ahora tengo un galerista que es quien comercializa mis obras, yo ya no me ocupo de eso, lo hace él, que es mi amigo y mi manager.

¿Vos también tenés quien te ayude?

No, yo trabajo solo en las esculturas, por ahora me voy a encargar yo, porque me gusta hacerlo, “El arte debe profundizarlo uno mismo” si se delega es construcción. Aunque a veces cuando el proyecto es muy grande, no está mal pedir ayuda, el David de Miguel Ángel se hizo con ayuda, un montón de tipos picaban piedras para el



¿Ahora qué estás haciendo?
Rabbits & Gate Keeper, es el nombre de una muesta en el Hyatt, en el palacio Duhua, iba a durar un mes, se levantó pero yo sigo ahí, con mis conejos. Las esculturas son diferentes tipos de conejos que parecen personas, los hay oscuros, blancos, tristes, ahora los estoy ordenando por categorías, Estas obras se fueron a varios lugares del mundo, Suiza, Abu Dhabi, New York y California.

¿Por qué Rabbits & Gate keeper?
La traducción es conejos y porteros, y lo asocio con el conejo que guía a la protagonista de Alicia en el país de las maravillas. Es como el portero que tiene la llave del lugar, para mí, el conejo que le indica el camino a Alicia tiene que ver con el otro lado, como que a través de él, se puede ver la otra dimensión de las cosas, por lo menos yo lo veo así.

¿Logras expresarte a través de tus obras?

El arte es un camino espiritual en cada obra siempre se transmite algo, aunque no siempre se pueda expresar claramente, a veces es una sensación, se comienza una idea y resulta otra idea. No quiero que esto sea un trabajo que solo me haga ganar algo de dinero, quiero trascender, ser reconocido por lo que hago.

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