Durante cincuenta años Eugene Andolsek tenía un pasatiempo secreto, dibujar con colores vibrantes. Trabajaba en la mesa de su cocina con papel cuadriculado con el compas y la regla, hacía líneas y rellenaba los espacios con colores. Lo que logró fue modelos caleidoscópicos, algunos podrían relacionarlos con alfombras orientales o estructuras moleculares.
Estoy actualmente aprendiendo a tejer con mostacillas y tengo que hacer un ejercicio parecido, si logro tener algo de esta complejidad me consagro.
Sorprendentemente, las imágenes no se exhiben ni en sus paredes ni en ninguna parte. Una vez completados, Eugene las guardaba en su armario. De hecho, Eugene no pensaba en sí mismo como un artista, no ve ningún valor en lo que crea más allá del deseo de dibujar cada noche. Sus dibujos son un medio para hacer frente a sus inseguridades y su disgusto por su trabajo como taquígrafo para el ferrocarril Rock Island. Concentrarse en las complejidades de cada dibujo lo hace liberarse de preocupaciones y hacía que su entorno humilde desaparezca mientras se retiraba a su propio mundo hecho de colores deslumbrantes.
¿No es hermoso encontrar esa actividad que te hace perder la noción del tiempo? Uno se sincroniza de cierta forma con el universo. Todo lo demás deja de existir, estás vos con eso que amás hacer.
Después de su jubilación y la muerte de su madre, continuó dibujando hasta que la salud y la vista lo llevó a buscar ayuda. Un cuidador vio su obra y la hizo llegar al director del Museo de Andy Warhol, luego de esto se decidió incluir su obra en el Museo de Arte Popular de América.
La recepción de la primera muestra de arte de Eugene resultó ser muy bien recibida por el público y logró su reconocimiento mundial. Actualmente se está realizando una película de su vida y obra.
Puede ver más de su obra haciendo click acá♥
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